La alimentación en verano

El verano ha entrado con fuerza. No han parado de sucederse olas de calor desde su inicio y muchos de vosotros me preguntáis qué podéis comer para no sufrir más los rigores de esta estación.

Si queremos disfrutar de esta época y sentirnos en plenas facultades, debemos acomodar nuestra alimentación a las necesidades que tenemos en esta estación y a los alimentos que la naturaleza nos brinda en ella.

Está claro que durante la época estival necesitamos refrescar (que no enfriar, cosa muy diferente y que explicaré en otro momento). Refrescar significa aligerar el calor, rebajar el fuego que impera por doquier y en nosotros mismos durante el verano.

Si conseguimos refrescarnos, viviremos el verano a tope, sin sufrirlo. Muchos de vosotros pensaréis «esta no sabe el calor que hace en mi pueblo…», pero os aseguro que es posible adaptarse.

Aunque es obvio que el verano es caliente, ¿no me digáis que no es cierto que cada persona lo aguanta de manera diferente?  Como os digo, es una cuestión de adaptación.

¿Y cómo podemos adaptarnos mejor? Pues no hay nada mejor para adaptarnos al medio que comérnoslo. Suena fuerte, pero así es. Si tenemos en cuenta lo que decía Hipócrates de que «somos lo que comemos» y lo que dice la Medicina Oriental de que la salud es adaptación, no habrá mejor modo de adaptarnos a cada estación que comernos lo que esta nos da.

Entonces, ¿qué podemos comer que nos ayude a adaptarnos mejor al verano?VeranoPara que quede muy claro, ahí van dos listas: una de alimentos a eliminar (o reducir) y otra de alimentos a consumir en estas fechas.

ALIMENTOS A ELIMINAR (O REDUCIR)

* Producto animal:
– Carne
– Huevos
– Embutidos
– Quesos (especialmente los curados y grasos)
– Pescados (en especial los azules)

* Alcohol

* Bebidas y alimentos muy fríos: aunque nos parezca mentira que tomar cosas frías pueda provocarnos más calor, lo cierto es que es así. El cuerpo tiende siempre a mantener su homeostásis, para ello necesita que su temperatura corporal interna sea constante. Cuando tomamos algo muy frío, nuestra temperatura interior baja y el cuerpo pone en marcha mecanismos que le devuelvan su temperatura natural que suele estar por los 36ºC. La activación de esos mecanismos provoca calor. Por tanto, recordemos que cuando tomamos algo frío, aunque en principio notemos alivio, al rato nos provocará más calor (aunque si esto se repitiera muchas veces, a la larga el hecho de poner en marcha ese mecanismo de calentamiento puede terminar agotando nuestro fuego interno y dejarnos «congelados», pero eso es otro cantar del que ya hablaremos). De momento el mensaje importante es que aunque tomar cosas frías parece que nos refresca, lo cierto es que a los pocos minutos, produce un efecto rebote. ¿Acaso alguno de vosotros ha visto a un habitante del desierto en bañador y  tomándose un refresco con hielo? No, ¡toman un té caliente y se arropan! 🙂

ALIMENTOS A CONSUMIR

* Verduras de estación: el verano es el momento de incrementar el número de  verdura en nuestra alimentación, pues son las que nos proporcionan hidratación. Tomaremos toda clase de verduras (cebolla, zanahorias, calabaza,   hojas verdes, etc…), pero aprovecharemos para introducir aquellas verduras que aparecen con la llegada del buen tiempo como por ejemplo: pepino, calabacín, rabanitos, judías verdes, remolacha… Por supuesto es el momento de introducir más crudo que en invierno, lo cual no significa que vayamos a comer el 100% crudo (todo dependerá de la persona concreta y de cómo esté su fuego digestivo). Cuando comemos todo crudo pasa un poco como lo que os contaba con las bebidas y comidas frías. En este caso, el estómago tiene que poner más fuego digestivo para digerirlas y eso puede provocarnos más calor. Por tanto, incrementemos la presencia de crudos en verano, pero no los convirtamos en el 100% de nuestro aporte de verduras, ni en el 100% de lo que nos llevemos a la boca esos meses. Atención: esto va por las personas que se pasan el verano a ensaladas 😉

* Frutas: pasa lo mismo que con las verduras. El verano es la época del año ideal para introducir más fruta en nuestro día a día, pues nos hidrata y refresca, pero, por los motivos arriba citados, no significa que tengamos que alimentarnos sólo de fruta. Es momento de seguir tomando manzanas y peras, ¿por qué no?, pero también es el momento de introducir frutas como el melón y la sandía que son muy hidratantes, las cerezas ricas en antocianinos y vitamina C que son altamente antioxidantes y protegen nuestra piel del envejecimiento, los melocotones y albaricoques que con sus carotenos  protegen nuestra piel de las agresiones solares y nos ayudan a coger más bronceado, etc…

*Proteína: dado que hemos eliminado o reducido la proteína animal porque nos produce más calor en verano (más adelante os daré más motivos para eliminarla en todas las estaciones del año 😉 ), lo ideal para tomar en esta época del año serían legumbres y proteínas vegetales como el tempeh y especialmente el tofu que tiene una energía muy refrescante.
Es cierto que asociamos las legumbres al típico plato de cuchara humeante, pero podemos incluirlas en nuestro salteados de verduras, hacer patés que entran estupendamente con las altas temperaturas o servirlas en ensalada.

*Cereales: por supuesto que seguiremos tomando cereales integrales a diario, pero optaremos por cereales en grano más ligeros como son el arroz integral de grano largo, la cebada, el maíz… Pero sobre todo, en verano optaremos por otras presentaciones más ligeras y frescas que el grano, como son la pasta integral, el cuscús, la polenta, el bulgur…

Por tanto, dentro de nosotros hay un fuego. Durante el verano, no es cuestión de echarle más leña, pues se puede convertir en un infierno… Es mejor comer cosas que refresquen y aligeren ese fuego. Pero ¡ojo! una cosa es intentar hacerlo más pequeño o ligero durante esta época y otra es echarle un jarro de agua y apagarlo, pues necesitaremos ese fuego para posteriores estaciones y en general para vivir (si nos alimentamos sólo de crudos,  ensaladas, frutas, helados, bebidas frías, etc…, aunque a la corta puede provocar calor, a la larga podríamos apagar ese fuego, pero como acabo de decir arriba, ya hablaremos de ello).

En resumen, el equilibrio estaría en vivir cada estacion sabiendo que es pasajera y, por tanto, ayudándonos a estar lo mejor posible en ella, pero preparándonos también para la siguiente y no viviéndolas como si no hubiera un mañana.

Espero que todos estos consejos te hayan sido útiles.

¡Feliz y fresquito verano! 🙂

 

 

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